viernes, 2 de agosto de 2013

La última lágrima de Europa


Domingo 28 de Julio de 2013

En el trabajo, Nemanja me había comentado que un familiar suyo tiene un negocio de rafting en el río Tara. Siempre me decía que me avisaría, así que un día me dijo que el Domingo 28 de Julio iría con su hermano, su novia, y unos amigos. Sin pensármelo dos veces, le dije que sí. Avisé a Sian y Stéphanie por si les interesaba la idea. Stéphanie no podía porque sus padres estaban de visita en Montenegro y ya tenían otra excursión organizada, pero Sian tampoco se lo pensó mucho y me dijo que sí, que sin duda alguna iría conmigo. El precio era de 25€ sólo rafting ó 35€ con comida tradicional de Montenegro incluida en un "etno-village". 

Me tuve que levantar a las 6:00 porque tenía que coger el primer autobús hacia Sarajevo, que salía a las 7:40. Me costó 11€. El microbús iba a Nikšick (allí se subiría Sian) y después a Sarajevo, pero nosotros nos bajaríamos justo en la frontera con Bosnia. 

El camino hacia la frontera fue una pasada de bonito. El paisaje era muy montañoso y abrupto, tanto que tenía la sensación de ir a 20km/h. A la hora de viaje, vi un lago a mi derecha impresionante, de un azul cielo indescriptible (necesitas verlo con tus propios ojos). Era el Piva Lake. Cuando pensaba que quedaba poco tiempo para llegar, el paisaje montañoso cambió bastante. Seguía siendo montañoso, pero ahora mucho más rocoso y la carretera circulaba en horizontal por entre las rocas excavadas. El lago Piva se encontraba ahora a nuestra izquierda, aunque parecía otro lago, era el mismo azul mágico, pero esta parte recibía más luz del Sol y se veía, si cabe, aún más espectacular. La carretera continuaba bordeando el lago. Paramos a dejar a alguien en un pueblo bastante pequeño, parecía de pescadores, no tenía más de 25 casas. Me quedé con las ganas de parar y tomarme un café mientras disfruta de aquel paisaje tan alucinante y sentía el viento en mi piel, quizás deje eso xa la próxima vez. 

Al bajarnos del autobús en la frontera con Bosnia conocimos a un chico de Canadá y su novia, que también iban a hacer rafting, y estaban maravillados con la belleza de Montenegro. Vino un Land Rover y se los llevó a los dos a su campamento. Mientras, Sian y yo, esperamos a que llegase Nemanja en un barecito tomando una cerveza disfrutando de la naturaleza. 



Cuando llegó, nos recogió en el coche de su primo y fuimos a nuestro campamento, en el que nos dieron el neopreno y el equipo necesario para hacer rafting. Mos subieron en una vieja furgoneta Volkswagen, de las que me encantan :) y nos llevaron río arriba hasta el lugar donde soltar la balsa de rafting. Dije que por favor si me podía sentar delante para disfrutar mejor de las vistas y vivir mejor la experiencia. Me dijeron que era el lugar dónde se necesitaba más fuerza, y claro, como aquí son todos unos gigantes, me midieron el diámetro del brazo y se rieron todos de mí. Dije que podría manejarlo, y lo manejé bien, además, tampoco era tan difícil. 



Lo de hacer rafting, supongo que todos sabéis como va. Te subes en la barcaza, remas al son de todos los tripulantes, disfrutas de la naturaleza y te mojas en los rápidos. Sencillo. Pero es muy diferente según donde lo hagas... No es lo mismo hacerlo en un sitio como el río Tara, con un agua de las más puras de Europa (podías beber sin ningún problema), que en el río Guadalhorce.


El río Tara (lágrima en el idioma del país), discurre por entre el Tara Kanyon, que es el segundo cañón más grande del mundo (el primero es el Gran Cañón en EEUU). Le llaman la última lágrima de Europa porque es el río más puro que existe, puedes beber agua (como ya he dicho), la naturaleza es impresionante, el ecosistema de la región es alucinante y el agua viene de las bellas Montañas Negras. 




Estas fotos están tomadas desde Bosnia :)




Y este soy yo bebiéndome una cerveza montenegrina en Bosnia:


Cerca de este sitio, había una cascada de unos tres metros de altura, en la que la gente se ponía debajo para sentir el agua caer sobre la cabeza, la sensación era realmente relajante, y, aunque no tomé fotos con mi móvil, Sian lo hizo con su cámara. 

Después de tres horas, llegamos al final del recorrido. Recogimos nuestras cosas y llevamos la balsa hasta la carretera donde nos esperaba la furgoneta. Nos volvieron a traer al campamento y pusimos rumbo al "etno-village" para comer. Eran las cinco de la tarde y realmente me sentía hambriento.




La comida consistió en "chorba", una sopa típica muy buena, con carne y verduras; ensalada de pepino tomate y col, verduras de una calidad extrema; "kaimak" una especie de queso/mantequilla para untar en un pan recién hecho; y cordero con verduras asadas. Todo riquísimo. 

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